Foto de Cartier Bresson

Foto de Cartier Bresson

martes, noviembre 13, 2007

Volver...

A propósito de viajes...



Más de un filosofo ha dicho que el pasado y el futuro no existen.
El primero es solo memoria o relatos transmitidos en noches de nostalgia. El segundo se nos oculta, cambiante y escurridizo en los vaivenes de nuestra imaginación.
Sin embargo, una y otra vez retornamos al pasado tratando de retener un aroma, un color, una emoción...

Mientras lo hacemos con el pensamiento, el pasado no nos desilusiona. Sigue ahí, esperando que lo evoquemos: esas noches de invierno en que sumergidos en un libro disfrutábamos del calor del hogar; el amigo que tuvimos y que amamos; la calle que nos vió llegar en esas madrugadas de reuniones y camaradería.
Pero si volvemos, si viajamos hasta esa calle, ese amigo, aquel invierno, la realidad nos golpea con su cotidianeidad, su grisura, su extrañez.

Varias veces volví a las calles de mi niñez, busqué en las paredes, la gente, las veredas —un poco más rotas, desteñidas-, pero nada encontré. No hay huellas de mi paso, no hay gentes que recuerden. Aún cuando el edificio está allí, no me reconoce ni sabe quién soy. Y ese olor, ese sabor ya se han ido con los años que quedaron atrás.

Nada puedo decir que no se haya dicho de mis tentativas por revivir el gusto y el aroma del pasado. Sólo las palabras, inútiles y vacías, intentan transmitir la pequeña anécdota, los sentimientos, el clima de esos días.

Pero el peso de mi tapado azul, el frío sobre mi piel, el gusto de aquel helado en el húmedo verano que pasó, el retumbar de nuestros pasos en la calle solitaria, todo eso quedará como un recuerdo. Esperando.



Ester Mann

sábado, noviembre 10, 2007

Balada para un loco

nota: Publico este texto aparecido en La República de Montevideo, en mi carácter de rioplatense y porteño jubilado de tanta arrogancia, napia pa´rriba y ceñuda egolatría de pillado de Buenos Aires. Sí, soy también porteño y cuando escribo "los hermanos uruguayos" pienso en Rama, Quijano, Onetti, Idea Vilariño, los tablados, Marcha, Telecataplum y Viglietti...(Andrés Aldao)


por ROBERTO CABALLERO *

El martes 2 de octubre sobre las 15 horas bajé del Buquebús en el puerto de Buenos Aires, iba enviado por un grupo de compañeros de la Corriente de Acción y Pensamiento ¬ Libertad (CAP-L) a visitar al Flaco Nicolini, quien había hecho un infarto precisamente cruzando el Río de la Plata el sábado anterior y operado de urgencia el domingo 30 de mañana en un sanatorio bonaerense.
Llevaba los saludos de decenas de compañeros, portaba el abrazo solidario de mucha gente, cargaba el mensaje de que los compañeros estamos en cualquier circunstancia, pero sobre todo cuando --como en el caso del Flaco-- estás pasando por una mala. Toda esta responsabilidad no sólo me pesaba mucho más que el bolso con mi ropa, sino que debía llevarla con el mayor de los amores porque aquello del "Che" es cierto, hay que endurecerse, pero sin perder la ternura, jamás.
Me encontré con el Flaco rodeado por el amor de una familia increíble, numerosa, que se prodigaban en entregarle todo el afecto y cariño que fuera posible para sacarlo adelante, me sentí incómodo, intruso en medio de ese estrechar filas en torno a quien necesitaba apoyo. Así, me dije, es como debe ser el compañerismo, la camaradería: generosa y a cada cual según su necesidad. Entré al CTI tres minutos, le di un apretón de manos y alcancé a decirle: "... Flaco los compañeros me mandaron a buscarte, te queremos en Montevideo lo antes posible, vamo'arriba...", se sonrió, me preguntó cómo estaban las cosas, los demás, "el que importa sos vos", contesté y me fui, lo dejé casi sin respuesta.
Hacía 48 horas le habían practicado una angioplastia ingresando por la arteria femoral aplicándole dos stent en tantas otras arterias, agravado por una neumonía que lo tenía con más de 38ª de fiebre.
Viajé al otro día al centro porteño. En el tren, un veterano, de impecable camisa y corbata, tocaba al bandoneón "Verano Porteño", de Piazzola, siguió con "Cambalache" de Enrique Santos Discépolo, los pasajeros del vagón lo aplaudimos y llenamos su gorro de monedas; en los andenes, grandes afiches de tipo comercial anunciaban que dentro de 20 días había elecciones en Argentina, sin ser eso, poca cosa electoral más y si uno era medio distraído podría llegar a pensar que era publicidad de programas de la TV como los de Tinelli.
Por Florida, cada dos o tres cuadras, parejas de bailarines evolucionaban con cortes y quebradas para las fotografías de los turistas, todo Buenos Aires respira tango, tal vez por eso cuando de tardecita regresé al barrio de San Isidro --donde está el sanatorio--, me encontré de pronto caminando por una calle alfombrada de naranjas, pensé que se habían caído del naranjal de alguna casa.
No, los naranjales estaban en la vereda sobre el cordón, llenos de naranjas, tantas que las ramas se doblaban por el peso, seguí caminando asombrado ante ese espectáculo de los naranjales en la vía pública, hasta que en la esquina miré el nombre de la calle: Arenales, fue leerlo y el play accionó mi memoria, era la voz del Polaco Goyeneche: "Salís de tu casa por Arenales. Lo de siempre en la calle y en vos...Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo".
Me imaginé que el Flaco Nicolini era el personaje del tango. Horacio Arturo Ferrer debió conocerlo antes que nosotros o inventarlo a imagen y semejanza.
Cuál fue la locura del Flaco para vivir este calvario de casi un año, acaso es más grave que las acusaciones cruzadas entre otros compañeros del FA sobre fraude, estafa, traba de embargo, etc.
¿Alguien les pidió la renuncia a sus bancas ante acusaciones de tan subido como grave porte?, ¿con qué vara medimos la apariencia de la honestidad? Se argumenta que un hombre público --como la mujer del César-- ocupando un cargo público no sólo debe ser honrado, sino aparentarlo, argumento con el que no estoy de acuerdo. En mis años de bancario, conocí infinidad de tipos que parecían, aparentaban, simulaban ser honestos y eran todo lo contrario, lo que importa es serlo; si después andás con medio melón en la cabeza y no parecés, a qué prejuiciado le importa. Entonces vuelvo a lo mismo: ante estas nuevas acusaciones entre otros compañeros me pregunto: ¿la teoría de la mujer del César es "pa'todos o pa'lgunos"?
Hubo muchos saludos de apoyo, pero faltaron otros, de los que no quiero hablar hoy.
Salvo de la cancillería.
El señor Bustillo, embajador en Argentina, quien no hace mucho nos llevó junto a Nicolini (cuando era senador) a conocer el lujo desmedido de la embajada en Buenos Aires, no leyó la prensa uruguaya o no vio o escuchó por otros medios la noticia de que Leonardo Nicolini estaba internado con un infarto. ¿No se enteró realmente? Hay que avisarle: ¡Bustillo, Nicolini perdió la banca pero no la nacionalidad! ¡Pobres uruguayos de a pie y anónimos si les llega a pasar algo en la Argentina!
Sí, el Flaco es esa cosa rara que sale cada tanto de atrás de un árbol, mezcla de penúltimo linyera y primer polizonte en quien sabe qué viaje, por eso, por estar piantao, pero bien piantao, se trepó a la locura de operarse en Salud Pública hace casi un año.
Hoy los medios de prensa están dando la primicia de que la Justicia lo declaró inocente y archivó el caso. Pero claro, eso no le devuelve la banca de senador, ni le paga el alquiler, ni la luz, ni los impuestos, ni nada..., salvo su dignidad, esa que no necesariamente necesita aparentarse, figurarse, maquillarse como si fuera la mujer del César, ¿qué cosa ¿no?
Recuerdo ahora, que cuando por Arenales llegué a Avda. Libertador y pegué la vuelta me pareció sentir todavía al Polaco:
"Abrite los amores que vamos a intentar la mágica locura total de revivir...¡Vení, volá, vení!"
Vení Flaco, vení, vamos a tomar ahora sí una de más. *

* Secretario del Senador E. Fernández Huidobro. Ex preso político (MLN-T) 1972- 1985