Foto de Cartier Bresson

Foto de Cartier Bresson

martes, noviembre 09, 2010

POEMAS INÉDITOS DE GIANNI SICCARDI  



UN GRILLO EN EL CENTRO DE MANHATTAN [1]

   Uno de los aspectos fundamentales en la poesía  de Gianni Siccardi es su homenaje permanente a la vida, donde la belleza es reconocida como característica ineludible de la condición humana. Belleza como resplandor de la verdad, esa verdad que el poeta busca indagando los silencios que permanentemente se cruzan en su camino. Esa búsqueda es extraña, toma recodos o atajos inexplicables para la razón cartesiana. Quisiera extraer algunos párrafos de una entrevista radial en la que Gianni expresa estas ideas:

   El poeta no da nada por sentado ni da nada por inútil (…) El poeta no sabe qué cosas son importantes porque está en un estado de disponibilidad (…) “Quizás descubra que algo de enorme trascendencia se produce cuando escucha la noche. Quizás comprenda que la tierra no seguirá girando al menos que él encienda la lámpara del día. Quizás decida ser un transeúnte por el filo de lo imposible. Quizás cante la canción de la vida. Quizás cante el canto de la muerte. Quizás detenga al sol para alimentar la fuente de las palabras ardientes. Quizás ponga a rodar la piedra errante de la aventura. Quizás rompa el cántaro de la leche natal del amor. Quizás tome en sus manos el corazón profético de la amistad. Pero jamás dará nada por sentado, jamás será un hombre de buen sentido, porque para él es oscuro lo que es claro para todos.
La seguridad es el panteón de la poesía abandonada.

   En su poema  “Estas son las palabras que amo”, podríamos interpretar que  “el oficio” en el que nos tendríamos que reconocer todos los seres humanos, es aquel que indaga el misterio a través, quizás, de los hechos más insignificantes, una lágrima, una palabra en el periódico, la respiración de un niño dormido. En su camino, el poeta va oyendo sin escuchar, viendo sin mirar. Así es capaz de oír un grillo en el centro de Manhattan.   
Para Gianni, su amor a la vida implicaba - a pesar de esta desconexión de  las cosas “importantes” de las que se ocupa “el hombre de buen sentido”, como él decía-  el cuidado del misterio. Para cuidar el misterio es de máxima responsabilidad vivir con los sentidos, despierto, y el pensamiento siempre alerta  para no caer en las trampas de la sustitución,(…) para que nunca dejemos de ejercer los dones esenciales de lo humano, y en esos dones esenciales de lo humano, está quizás, el misterio de la poesía.
 
Sí, Gianni Siccardi podía oír un grillo en el centro de Manhattan.

º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º  º 

poemas compilados por Ofelia Funes

BASTA DE NO VIDA  (poema inédito)  (1)

No es que nazca alguien
desde un pasado innombrable.
No es que muera alguien
con los ojos abiertos.
Pero todo el sitio
la casa entera late
sus ventanas habituales
las sonrisas habituales de las fotografías
el silbido húmedo de la pava
no tienen más que unos segundos
un minuto.
Ah, vivir sólo en la distracción
de dos o tres momentos inolvidables.
Si se concentran todo desaparece.

Todo es irreal
no es posible estar seguro
no es posible guardarlo en la memoria
y sacarlo como un milagro sobre la mesa,
la película de la casa
y su pava que cecea.

¿Y el hombre?
El hombre es menos real que la casa
no puede impedirlo
habla pero no dice
se necesitan dos bocas
para comer el mismo pan
dos miradas para detener la tarde.
Uno imagina un vuelo rasante
pero jamás se llega.
¿Y todavía queda una montaña de flores?
¿los pétalos cantan en los jarrones
unos sí, otros no, según su naturaleza?

¿Y lo de ayer? ¿eso que quedó en los rincones?
¿Caras estúpidas, conversaciones para nada?
Escuchamos al pájaro que vomita las distracciones
que dicen que son de ayer pero que ya no resuenan.

Basta, basta de no vida.
De ausencias y palabras.
Basta de falsos ciegos.
Basta el resplandor de un pequeño espejo enmohecido
para recuperar años de noches que no fueron.
Hay que sostener la sombra sin desviar la mirada.
Hay que estar dentro del hombre que uno es
sin que se disuelvan el pasado o el futuro.
Hay que partir en dos.
Hay que partir en dos.
Pan para hoy
la pena que se arrastra
la calma que se ahoga
sueño
desilusión
desasosiego.

Pero se necesita dos miradas
Para detener la tarde.
Se necesitan dos bocas
para comer el mismo pan.

([1]) Poema inédito encontrado en un cuaderno de apuntes del poeta, fechado a pie de página: 13-11-2002. No era su costumbre fechar los poemas. Falleció el 29-11-2002.

VISITA (poema inédito)

El hombre abre la ventana de su cuarto
y se sienta.
Desde su pequeño mundo
está dispuesto a escuchar
lo que tenga que decirle el mundo.

Llegan tardes antiguas
errores arbitrarios
secretos temblorosos
rostros irremediables
voces perdidas
en el aire tranquilo de noviembre.

Pero el hombre espera sin saberlo
una visita que a veces tarda
pero siempre llega.
No la llama.
No la invoca.
No la imagina.
Espera sin saber que espera
esa mirada desnuda
esa vos íntima
esos gestos pensativos.
Para oírla deja de escuchar.
Cuando cierra los ojos
Es cuando mejor la ve.

Es sabía su nombre
antes de conocerla.

PLEGARIA  (poema en prosa inédito, escrito para el 14-2-2001)

  Mi habitante, mi sed, mi levadura. Mi talismán, mi hospedaje. Mi visitante, mi espejo, mi señal de humo, mi séptimo sentido, mi fósforo en la noche, mi cómplice entrañable, mi abrigo, mi relámpago, mi escondido rincón, mi susurro incesante, mi caricia secreta, mi beso tembloroso, mi abrazo indisoluble. Mi intrépido deseo, mi madrugada insomne, mi brasa palpitante, mi aldea sublevada, mi íntimo huracán. Mi exaltación, mi asombro, mi intemperie insaciable, mi casa errante, mi ávido panal, mi miel suntuosa, mi hambre elemental, mi vértigo, mi gracia, mi alegría. Mi tierra natural, mi certidumbre, mi frenético instante, mi eternidad, mi sueño y mi vigilia. Mi hondo gemelo, mi ser humano, mi mujer.
   
Hay millones de planetas. Y entre ellos la tierra, ese ínfimo astro de un rincón del universo. La tierra que necesitó millones de años para crear la naturaleza, la especie humana, la vida. La tierra, que después de tanto ha creado a estas dos motas de polvo en el mismo lugar, en el mismo tiempo, y que no durarán más que un instante, eliminadas por un casual e involuntario parpadeo de la eternidad. Estos imperceptibles seres se han conocido, se han reconocido, han experimentado una mutua atracción. Algo que no pueden explicar los ha impulsado a unirse; algo que es independiente de sus voluntades. Y así como la tierra ha tenido que pasar infinidad de edades, triunfos y fracasos, cataclismos, hasta que todas las coordenadas dieran su consentimiento para que estos dos seres se conocieran, así también ellos han tenido que ir descubriendo los caminos exactos y desechando los erróneos, y aceptando los años de dicha y sufrimiento que los conducirían a ese único tiempo y ese único lugar con la mirada limpia, con la emoción aún despierta  como para reconocerse.
   
Que se produzca el milagro, que esa atracción no cese, que se haga cada vez más íntima, perfecta, transparente. 
Que cada uno reverencie lo que está despierto en el otro. 
Que ellos resguarden la inocencia de su amor para que pueda ser llamado Amor, como esa antigua energía que ha mantenido y mantendrá vivo el universo por los siglos de los siglos. Amén.  


TARDE DE VERANO  (Poema perteneciente al libro inédito Palabras sueltas) (Fragmento)

VII
La mujer que cruza la calle
sin participar del mundo
ya que se trata del mundo y de ella
no hace caso del calor
que revienta la calzada
y deja una fina espuma
en la pradera de la tarde
ni del sopor del viento
que apenas toca su cabello.
¿Los movimientos de su andar
serán parte del bálsamo
de la nada inmóvil
que la contiene  sin tocarla?

Cualquiera podría darse cuenta
de que lleva a su hombre adentro
cuando anda.
Sus pies no sueñan
de modo que no es la calle
la que pasa.
Cuando camina es ella
Sólo la calle y ella.
¿Y el mundo?
¿La multitud?
¿La colmena incesante?
Nada.

La tarde de verano
sólo tiene los ojos fijos
en la mujer que atraviesa la calle.
La saluda respetuosamente
y se detiene para cederle el paso.

Quizás se encuentren
algún día las palabras
que la desnuden sin tocarla.
Quizás no.

No se sabe por qué.

ENTRO EN LA VIEJA CASA  (poema  perteneciente al libro inédito Palabras sueltas.)  

La casa bosteza su pasado
en el lamento de los tatuajes del techo
grietas que guardan las miradas furtivas
de sus antiguos habitantes.

Crepitan las historias oxidadas de los muertos.
en la memoria de la casa
sus risas grotescas
sus estériles agravios
que entran y salen
de la cárcel de las habitaciones
sus fugaces deseos repentinos
a media luz
que nunca se jugaron la vida.

La sombra mezquina
de sus minúsculas batallas
sube lentamente por las paredes
y una gelatina de humores sombríos
avanza con un gemido amenazante
y se apodera
de las secretas cicatrices de los zócalos
del silencio pudoroso del placard.

Los gritos de la casa
sus alcobas inconfesables
aparecen de pronto en sus cerraduras trabajosas
en sus espejos
atiborrados de caras desconocidas.

Y esos aullidos amordazados
que interrumpen la noche
¿Son los llamados paganos de los vencidos
antiguos habitantes
o los desvaríos de la casa
y su vendaval de ausencias?

¿Y ese rumor de ropa tendida?
¿Ese olor suculento a guisos?
¿El golpe de viento en las ventanas ajadas
y el arrastrar de sillas en el piso indefenso?
¿Y la música gangosa de una radio
que todavía se queja de sus achaques?

Estas habitaciones
me echan en cara su pasado irreparable
sus trabajos para sobrevivir
a tantas historias
y muecas y diálogos fracasados
y pequeñas traiciones domésticas.

El centro de las habitaciones
donde se palpan
los cuerpos enredados de los amantes
y sus asfixias y ceremonias y delirios
sus gestos demenciales
sus respiraciones de náufragos
sus besos a la deriva
la celebración de la eterna fogata
donde crecieron los sexos
y se abrazaron.
Palpo sus suspiros desgarradores
que iluminan toda la casa
y la casa se estremece
con una alegría insensata.

¿Merezco este lugar
estas paredes?
¿Podré sobrellevar los excesos
de los desconocidos antepasados?
¿Podré ser el legítimo heredero de esos años?

Extranjero
advenedizo
intruso
extraño
usurpador.

Entro al baño
y veo a sus mujeres
que enjabonan sus cuerpos sagrados
detrás de la cortina.
Ahora
la exactitud de los gestos rápidos
de la eficaz mujer solitaria
que verifica con mirada higiénica
el trabajo de sus manos asépticas
sobre el mapa de su piel.

Ahora
La lentitud de esa otra que adormece
los rincones más redondos de su cuerpo
bajo la sensualidad de la lluvia caliente
y se demora en ese refugio
que le oculta el mundo
y el jabón encuentra
entonces
su verdadera naturaleza
de espuma soñadora
de crema voluptuosa
de miel reparadora.

Salgo a la libertad del patio
y las voces de los chicos
se me suben a los hombros.
¿Serán ahora ancianos
abuelos
penosos jubilados
acortando las tardes frente al televisor
o inventando el pasado
con sus débiles voces quejosas?

¿Por qué dejaron la casa?
¿Por qué permitieron
que el intruso que soy atravesara la puerta?
¿Nacieron aquí?
¿Murieron aquí?
¿Escribieron aquí cartas de abandono y desasiento?
¿Sonó el teléfono para destrozar sus lágrimas?
¿Amaron hasta la extinción de sus cuerpos?

Permiso.
Déjenme entrar.
Soy el nuevo ocupante de la casa.


CIGARRAS   (Poema perteneciente al libro inédito Palabras sueltas.)

Buenas noches.
Mis padres dormían
reparaban.
Silencio.

Algo palpitaba allí en la oscuridad.
Todos dormían en la casa
y en las casas vecinas.
Sólo estaban despiertas unas cigarras
y el chico que yo era.

¿Y esos pequeños sonidos regulares?
Uno fuerte
y dos débiles.
¿Es una danza nocturna
o es un tejado que gotea sus lamentos?
El mugido distante del tren
Se apodera de la oscuridad.
La almohada apenas sostenía mi cabeza.

Sí, una vez más
lo más mío del día era la noche.
Abandonaba la mortaja de las sábanas
y sigiloso
llevaba mi cuerpo hasta el patio
para escuchar la parra
las plantas
que respiraban a sus anchas.
Las estrellas al alcance de mi mano
la cruz del sur
las tres marías
los siete cabritos
nos mirábamos largamente
Ellas eran ellas
yo era yo.
Cortábamos la noche.

El mundo ha hecho su trabajo
mi astronomía es un poco más complicada
y ahora sé que no eran cigarras, no
apenas eran grillos
sólo uno o dos grillos.

Y ya no hay quien duerma en la casa
no hay danzas
ni tejados
ni trenes.
No hay lamentos.
No hay casa.

Pero aún
lo más mío del día está en la noche
y la almohada
apenas sostiene mi cabeza.

Hay que dar al mundo
lo que es del mundo
y al ser lo que es del ser.

Abro la ventana de este piso doce
las estrellas siguen allí
nos miramos largamente.
siento que cortamos la noche.

Algo palpita en la oscuridad.
Eran cigarras, sí
eran cigarras.


UNA LÁGRIMA  (poema perteneciente al libro inédito Palabras sueltas.)  (fragmento)

II

Sólo un laberinto
un paisaje laborioso en su pelo.

¿Hermosa?
Galaxias lejanas en la sombra de sus ojos.
Una amenaza sobre sus hombros
un casamiento de besos desordenados.
Lleva la tarde en su cintura.
¿Volverá?
¿Se irá lentamente por su gracia?
¿Será un sueño moviéndose en su música?
¿Qué dijo? ¿Qué miraba cuando dijo?

Solloza el cielo.
¿Volverá en su deseo?
¿En el parpadeo de su luz?
Suspiros
horizontes cruzados
jadeos
manotazos de ahogado.

Sólo un chico caminaba
bajo la lluvia indescifrable
aquella tarde de domingo.

Es el recuerdo el la que la mira.

III

¿Qué dijo?
Había algo fosforescente
algo sobresalía.

Ay
no recordar lo claro
tanto como lo oscuro.

Ay
no estar allí
mirando sus palabras
no su boca
su mirada
no sus ojos.

Ay de la pequeña lágrima pudorosa
cuando ¿dijo qué?

El olvido es el remanso del recuerdo.

IV

Oscuridad.
Mi cabeza en la almohada.
Se presenta ese gesto
que nunca es igual
pero siempre es el mismo.

Las palabras que no se han dicho
inundan su mirada
Viene lentamente por su gracia.
¿Es un sueño?
¿Es una música que ella me deja
todas las noches
antes de que yo me duerma?

Una pequeña lágrima suspendida
transparente                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

Acrósticos. Poemas inéditos, agrupados  bajo el nombre DEDICATORIA

Oigo su vos lejana
Frágil, sutil, sensual en el crepúsculo.
El humo del café
Le envía una señal.
Imagino que está conmigo aquí.
Ausente mi mirada.

Oculto entre los versos
feliz de deletrearlo en el poema
escribo aquí su nombre.

Luchando con el metro
intento unir al corazón, la fe
al sueño, la vigilia.


Oscuros días.
Febrero es una isla
en el océano.

La espera es larga
infinito es el todo
amplia es la nada.

Obligado a esperarla
febrero es el más largo de los meses
el calendario es ciego.

Laten las horas muertas
imaginando islas tropicales
¿Acabará febrero?

Otra noche de insomnio.
Faltan para que vuelva tantos días.
Ebrio de soledad
le digo tantas cosas.
¿Intentaré dormir sin oír su voz?
Arde la madrugada.

Ojala no existieras
fósforo usado, engranaje roto
edén imaginario
lamentable rincón
irrisorio capricho, isla infeliz
abominable islote

Ocho días aún.
Febrero fue una ciudad de exilio.
Él se quedó con todo:
labios que no temblaron
intimidad que zozobró en el mar
abrazos que se ahogan


Olvido de uno mismo
furor insensato de las lenguas
ebriedad de la vida tomada por asalto
lentitud incansable de los cuerpos
inseparable libertad, lujuria susurrada
abandono en la alegría de los sentidos arrasados.

Oigo sus secretos con mi cuerpo
fertilizo su imaginación
entro en su deseo desconocido para traerlo al día
lo interrogo, lo invado, lo ilumino
impaciente por conocer su alegría
antes que se cuerpo lo descubra.

Oscuridad. Mi cabeza en la almohada.
Finalmente se presenta
ese gesto que nunca es igual pero siempre es el mismo.
Las palabras que no se han dicho todavía
inundan esa mirada que ella deja todas las noche
antes de que yo me duerma.

Ordena el tumulto del azar con un leve movimiento de los párpados.
Feliz como un anillo olvidado
extrae el beso más íntimo de los labios de la tarde.
Las lágrimas no se animan a entrar en su pequeño cofre.
Incansable, da a cada árbol los pájaros que pueden sostenerlo
a cada ser la sombra que pueda conducir sin tropezar.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     
1] Fuente; Entrevista en Radio Nacional, programa “Los palabristas”; Producción Jorge Sunino