POESIA BEAT
LAWRENCE FERLINGHETTI
Uno de estos días
Cuando sea viejo
acaso aceptarán lo que diga
como la verdad absoluta
y me llamarán maestro
y me prenderán la cruz de luz en mí
y si lo hacen, oh si lo hacen
¿habrá valido la pena después de todo
todas las oraciones truncas empezadas de nuevo
todo los triunfos ilusorios
que sólo podían ocurrir los domingos/
cuando todos los bancos están cerrados
y abren las iglesias en bancarrota
y todas las loterías ganaron
para descubrir que los billetes se imprimieron
con tinta evanescente,
y el último caballo en la última carrera
saltando la última cerca hacia la libertad
y yo parado en el podio del ganador
con una corona alrededor del cuello
preguntándome cuál rubia me besará
mientras la banda de mariachis toca
Los Días Felices Están Aquí de Nuevo
o el Himno de Batalla de la República
y un desfile pasa
hacia la plaza lejana
donde imbéciles con alas de oropel
se caen de los árboles?
"El mar es calmo esta noche"
El mar es calmo esta noche
frente a Dover Beach.
Los pájaros al atardecer
gritan sílabas
de alguna palabra deconstruída
que todavía no podemos
descifrar
para explicar la existencia.
y levantan la última luz
con sus alas
y se alejan volando con ella
sobre el horizonte
guardando el secreto.
de "Poesía beat" edit. musarisca.
corresponsal Susana Zazzetti
OLGA OROZCO
XIII
Se descolgó el silencio,
sus atroces membranas desplegadas como las de un
murciélago anterior al diluvio,
su canto como el cuervo de la negación.
Se te desencajaron las mandíbulas
igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar
la almendra del destino.
Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.
Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de
rostros.
Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces
modelos de este mundo.
Son apenas dos pozos de opalina hasta el día donde se
ahoga el tiempo.
Tu cuerpo es una roja armadura sin nadie.
Sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja
en lágrimas.
Tus uñas desasidas de la inasible salvación
recorren desgarradoramente el reverso impensable,
el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.
Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa
la estera de los días.
Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se
arranca
y después ya no estabas.
Te desertó la tarde;
te arrojó como escoria a la otra orilla,
debajo de una mesa inominada, muda, extrañamente
impenetrable
allí, junto a los desamparados desperdicios,
los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el
poniente,
que oscila, que se cae,
que se convierte en nube.
de "Cantos a Berenice"
Susana Zazzetti.
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