Foto de Cartier Bresson

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lunes, enero 11, 2010

Lina Caffarello: POEMAS ALIÑADOS CON LUCES, SOMBRAS, MATICES...

Lina Caffarello



POEMAS ALIÑADOS CON LUCES, SOMBRAS, MATICES...


PARAÍSOS


Borrachos en el sol del mediodía,
con la ilusión
jugando hasta las copas.
Copas que evaporan en el aire
sus ondulantes pies.


Para arraigarlos de a poco ante mis ojos,
me acerco hasta su aroma.


SAZÓN


Germina su especia el equinoccio,
azul, trazo, portal.


Cuelga su nombre en los jilgueros,
danza sobre el filo de la piedra
y, al trepar un macramé de mimbres,
funda el estallido y los capullos
                           latentes en el aire.


OPACIDAD


Ella, opacidad sin nombre,
hace brillar el aire
para que los otros reinen.


El espantapájaros se asoma
 se suma
a la chueca hilera de zapatos
que simula ocuparse de la loca.


Ocultos, más allá,
unos huesos ahuecados,
y otros que una vez
saciaron los olivos.


Ella, hecha lluvia,
decide rescatar sus manos
y se transforma en río.


DÍA DE PARIR


Todo es una idea.
¿Quién dice?


La piedra, el alma de la piedra,
la partícula más ínfima de piedra.
El espacio entre partículas.
El espacio más ínfimo del alma.
¿Quién dice?


El agua que trata de horadar la piedra.
La piedra que desvía al agua.
El alma al desviar espacios.


Los vientos que concurren.
¿Qué dicen?


Hoy es un día de engendrar y de parir.
(¿Es un día de espacios?)


Ideas
¿quién dice?
Espacios para el alma que es piedra y agua y vientos.


HOGUERA


El baile de las grullas se ha perdido.
No hay un prisma que despliegue su abanico
ni los frisos determinan el lugar.


Alguien que no toma prisioneros
derrocha latigazos sobre los hombros del mundo.


El cielo oscila entre sus flecos.
El polvo oscila.


No podrás divorciarte de esos barcos.
Sólo lavar los ojos de la rosa
atizar la luz en los carbones
y arder
arder...


LOS TRINOS


El límite es la piel.
Encallecida por los golpes,
por palabras,
y la andanada incontenible,
                              incontenida,
de injurias
que buscan sepultarnos.


El límite es la piel.
Hacia adentro, sordos pájaros
saludan la mañana,
limpian sus alas dibujándoles el vuelo,
y alertan al tigre soñoliento,
que otra vez tendrá que desgarrarse
para permanecer enteros.


MARIONETTE


La herrumbre
se desprende como hojaldre.
le petite marionnette
cantaba mi madre.
Balcones
escaleras.
Tricche tracche
decía mi padre.


Ojos hojaldrados
se desprenden como herrumbre.
Veo veo
¿qué ves?
Rejas país
clavos país.
Óxido sin horas
de un reloj perdido.


MOCC


Curioso sedimento éste
en que la última señal confunde,
y fósiles
se adueñan de la voz,
                    del mármol de la mesa,
                    de las cuidadas huellas.


Cómo medir los restos
si ése que agrietó su mano se consume
y siguen creciendo los erizos,
                               muecas despiadadas
que despojan
los suelos que nos quedan.


OREMOS


Los días se amortajan
como un rebaño de rocas
ante las bocas de pan
                                   abiertas.


Molinos repetidos
por las aguas de este río
tributario
                de otros ríos.


Cucú cucú
cantaba la rana


Juegos a-penas
que hacia el borde de la ronda
se hunden.


PALABRAS


Esta piedra no es la piedra
ni tampoco la llanura.
Sin embargo, la ceguera empecinada
en medir la claridad
desnombrando la hierba al mediodía.

Alguien puede demoler los puentes
y bordar el tiempo con burbujas.


Alguien sabe pronunciar el viento
para encender la noche de alas.


Esta piedra no es la piedra:
una lluvia antigua siembra
y se rompe la vigilia.


LUGAR COMÚN


A veces se doblan las rodillas
y cada golpe cabe en otro golpe,
la caída encierra otra caída.


El instinto estalla en la oquedad del grito.


El grito nace arrodillado;
el grito en el grito de otro grito.



GÉNESIS


Era el embate preciso de la savia
despertando el vértigo
en la entraña de la espiga.


Era la grieta morosa de rocío
presagiando el estallido
que colmaría su sombra.


Era avidez luminosa del abismo,
infinita,
en la eclosión final.


DONDE CRECEN LAS PALABRAS


Yo conocí la tierra donde crecen las palabras:
brotan de raíces con contorno de otros dioses,
florecen con la madera,
se desgajan de las frutas.

Algunas rondan por los patios insulares,
escapan enredándose en las rejas
para no caer en la sombra antigua del aljibe,
ondulan por onduladas calles,
tejen tules de sueños
que buscan rincones en los pliegues de la sierra.


Destino de ave, otras cruzan en bandadas:
no las palomas de petrificado vuelo,
no las golondrinas quemadas en la antorcha;
son pájaros de sol, ángeles al viento.


La noche las arranca de los parches,
iluminan resonancias
a golpe de ritmo y sangre.


Se agitan en cierta mirada milenaria,
estallan en la boca del heraldo,
y alborotan los lagos asombrados
para que la luna se atreva a capturarlas.


Yo..., yo conocí la tierra donde crecen las palabras.


EL VATICINIO


¡Has de volver!
me dice el vaticinio de la maga,
y lo repite un murmullo de adoquines
con guiños cómplices
de luces redimidas por vitrales,
del esqueleto cautivo en la farmacia,
de los ojos barrocos de la catedral.


¡Has de volver!
susurran desde el bosque de los héroes,
desde ajadas rejas que sujetan siglos,
desde el sitio del poeta iluminado,
desde inmensos sables que afloran en la plaza,
desde el puente con veredas de papel.

¡Has de volver!
insisten los espectros de la roca,
el eco que compré en la caracola,
las piedras pellizcadas por el mar...

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