Foto de Cartier Bresson

Foto de Cartier Bresson

lunes, septiembre 10, 2007

Sólo un turista

por Ester Mann



Caminaba como si fuera un turista. O como suponía que pasearía un extranjero en cualquier ciudad del mundo.
Miraba las vidrieras, los edificios, trataba de no pensar en los nombres de las calles, simulaba no entender los letreros de los comercios ni la conversación que llegaba a sus oídos al pasar entre la gente.
La idea, muchas veces pensada y masticada, discurría casi inconsciente en su cerebro: ser un extranjero, vivir en un lugar ajeno y distante, que no le perteneciera y con el que no tuviera compromisos. Pero, como otras veces, al emerger a su conciencia, ese pensamiento lo angustiaba, lo atemorizaba y entristecía.
Sus abuelos habían sido exiliados. ¿No sería irónico que su generación volviera a irse, retornara al país del que ellos habían huído?
A pesar de todo, decidió seguir esa semana con la comedia para su propio solaz: no llamaría a nadie, hablaría solo en inglés y compraría exclusivamente comida y algunos regalitos.
Nunca había estado fuera del país, pero muchas veces se había imaginado recorriendo las calles de Londres o París, escalando algún pico en Sud América o tratando de descifrar carteles callejeros en China o Vietnam.
Encontró en un supermercado un largo baguet, queso camembert y un vino blanco de marca francesa. En el albergue guardó sus provisiones, se bañó y después de comer y de mirar las noticias en CNN, se fue a dormir.

Continuó con su farsa. Los días siguientes visitó museos, preguntó a los transeúntes por calles y lugares, siempre en inglés. En la playa trabó fugaz amistad con algunos jóvenes. Se presentaba como John, nacido en Zimbawe de padres holandeses. Pensaba que era difícil que alguien le hiciera preguntas sobre ese país.
El último día compró los típicos regalos: un candelabro, varias "jamsa" y algunos llaveros con forma de camello. Guardó todo en la mochila, se puso el uniforme, se colgó el arma del hombro y tomó el micro hacia la base de Samaria.

Cuando su hermano mayor fue a reconocer el cuerpo, recibió sus pertenencias: el enorme bolso con ropa sucia que había dejado en la base y la mochila, casi destrozada en el tiroteo.
-Fue una exploración de rutina- le había dicho el oficial. –No esperábamos resistencia.
La familia nunca comprendió porqué Yosef tenía en su bolso recuerdos de Israel, aún envueltos en su papel de regalo...





Ester Mann

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