Oviedo (en Asturias) – España. 1931, el poeta reside en León desde 1934
«Entra en tu madre…»
« Entra en tu madre y abre en ella tus párpados,
entra despacio en su corazón.
Vuelve a ser fruto en el silencio. Sed
como un árbol que envuelve la palpitación de los pájaros
y se inclina, y descienden el perfume y la sombra. »
Dos poemas de Gamoneda
Caigo sobre unas manos
Cuando no sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.
Yo sentía que la noche era dulce
como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.
Madre:
era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba.
No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
A veces,
cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacío
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.
Y me arrodilloa
respirar sobre tus manos.
Bajo
y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.
Descanso
de ser hombre, descanso de ser hombre.
*****
II.-
Cantidades de tiempo
sitúan cantidades de sonido.
Escucho más allá de la muerte.
La música se alza
de un pozo de silencio;
es labranza del aire
en tímpanos de fuego
y ha entrado en mí.
Ahora es música mi pensamiento.
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De «Libro del frío», 1992
«Pavana Impura»
1. Tu cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante
de la nieve.
Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el
pasado.
Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza
en las manos del vigilante de la nieve.
* * *
2. Todos los árboles se han puesto a gemir dentro de mi espíritu
al recordar tus bragas en la oscuridad, la luz debajo de tu piel,
tus pétalos vivientes.
Atravesando los aniversarios, a veces viajan las palomas ebrias.
Venga desnuda tu misericordia, ah paloma mortal, hija del
campo.
* * *
3. El mirlo en la incandescencia de tus labios se extingue.
Yo siento en ti grandes heridas y te desnudas en mis fuentes.
Se extingue el mirlo en las alcobas blancas donde soy ciego,
donde, algunas veces, suenan en ti grandes campanas.
* * *
4. Busco tu piel inconfesable, tu piel ungida por la tristeza de las
serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del
corazón.
Hubiera visto tu cinta ensangrentada, tu llanto entre cristales
y no tu llaga amarilla,
pero mi sueño vive debajo de tus párpados.
* * *
5. La inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es
lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias
los ojos que vieron la inexistencia.
* * *
6. Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente,
pero yo amo esta púrpura desolada.
Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.
* * *
7. Entra otra vez en las alcobas blancas.
Grandes son las jarras de la tristeza en las manos mortales.
Entra otra vez en las alcobas blancas.
* * *
8. Amor que duras en mis labios:
Hay una miel sin esperanza bajo las hélices y las sombras de las
grandes mujeres y en la agonía del verano baja como mercurio
hasta la llaga azul del corazón.
Amor que duras: llora entre mis piernas,
come la miel sin esperanza.
* * *
9. Ha venido tu lengua; está en mi boca
como una fruta en la melancolía.
Ten piedad en mi boca: liba, lame,
amor mío, la sombra.
* * *
10. Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel arde la
amapola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados
por el viento y el llanto.
Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos
abandonados por la esperanza.
* * *
11. He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio
y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.
Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,
pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te
siento en mis labios al ir hacia la muerte.
* * *
12. Eres como la flor de los agonizantes
que es invisible mas su aroma entra
en la sombra nasal y es la delicia,
todo en la vida, durante algún tiempo.
* * *
13. En la humedad me amas
y eres azul en tus pezones. hablas
suavemente en mis labios y regresas
a tu prisión en la melancolía.
* * *
14. Tu cabello encanece entre mis manos y, como aguas silenciosas,
nos abandonan los recuerdos. Siento la frialdad de la existencia
pero tu olor se extiende en las habitaciones y tu lascivia vive en
mi corazón y entra mi pensamiento en tus heridas.
* * *
15. Existe el mar en las ciudades blancas,
coágulos en el aire dulcemente sangriento,
sábanas en la serenidad.
Existen los perfumes inguinales, lenguas en las heridas femeninas
y el corazón está cansado.
Entra con tus campanas en mi casa, pastora ciega, sin embargo,
como si no tuviera la dulzura su fin aún en las ciudades blancas.
....................
Sábado:
1. El animal que llora, ése estuvo en tu alma antes de ser amarillo;
el animal que lame las heridas blancas,
ése está ciego en la misericordia;
el que duerme en la luz y es miserable,
ése agoniza en el relámpago.
La mujer cuyo corazón es azul y te alimenta sin descanso,
ésa es tu madre dentro de la ira;
la mujer que no olvida y está desnuda en el silencio,
ésa fue música en tus ojos.
Vértigo en la quietud: en los espejos entran sustancias
corporales y arden palomas. Tú dibujas juicios y tempestades
y lamentos.
Así es la luz de la vejez, así
la aparición de las heridas blancas.
* * *
2. Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el
silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.
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Geórgicas:
1. Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta cansar
mi corazón.
Hay yerba negra en las laderas y azucenas cárdenas entre sombras,
pero, ¿qué hago yo delante del abismo?
Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado.
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El vigilante de la nieve:
1. El vigilante fue herido por su madre;
Describió con sus manos la forma de la tristeza y acarició
cabellos que ya no amaba.
Todas las causas se aniquilaban en sus ojos.
* * *
2. En la ebriedad le rodeaban mujeres, sombra, policía, viento.
Ponía venas en las urces cárdenas, vértigo en la pureza; la florf
uriosa de la escarcha era azul en su oído.
Rosas, serpientes y cucharas eran bellas mientras permanecían
en sus manos.
* * *
3. Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza
y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto
entre las sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía
entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.
* * *
4. Vigilaba la serenidad adherida a las sombras, los círculos donde se
depositan flores abrasadas, la inclinación de los sarmientos.
Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin
nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas.
Cada mañana ponía en los arroyos acero y lágrimas y adiestraba a los
pájaros en la canción de la ira: el arroyo claro para la hija
dulcemente imbécil; el agua azul para la mujer sin esperanza, la que
olía a vértigo y a luz, sola en el albañal entre banderas blancas,
fría bajo la sarga y los párpados ya amarillos de amor.
Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y
sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las
sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía entrar las sombras
en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda
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Aún:
Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza
y la lluvia.
Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría
si dijese su nombre.
* * *
Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad
del corazón.
Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace
cerrar los ojos.
Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una
rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.
* * *
Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes
del silencio.
Siento la suavidad de las palabras olvidadas.
* * *
La obscenidad entró en mis huesos y, más tarde, aquel aceite
sigiloso, el que prepara el corazón.
Ahora vendrán los días de las grandes milongas.
* * *
Sábana negra en la misericordia:
Tu lengua en un idioma ensangrentado.
Sábana aún en la sustancia enferma,
la que llora en tu boca y en la mía
y, atravesando dulcemente llagas,
ata mis huesos a tus huesos humanos.
No mueras más en mí, sal de mi lengua.
Dame la mano para entrar en la nieve.
* * *
Amé todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.
* * *
Recuerdo el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las
tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las
ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste
de la sosa cáustica.
Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los
vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz.
Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.
No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.
Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.
Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu
pensamiento es sólo recuerdo de la ira.
Ves la rosas temibles.
Ah caminante, ah confusión de párpados.
Hay una hierba cuyo nombre no se sabe; así ha sido mi vida.
Vuelvo a casa atravesando el invierno: olvido y luz sobre las ropas
húmedas. Los espejos están vacíos y en los platos ciega la soledad.
Ah la pureza de los cuchillos abandonados.
Amé todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.
* * *
Roza los líquenes y las osamentas abandonadas al rocío,
después alcanza las habitaciones y entra en las hebras de la sosa caústica.
Luego viene a tus manos como una lengua luminosa y se desliza
en las grasientas células. Hierve como suavísimas hormigas y tus manos
se inmovilizan en la felicidad.
Cuando el sol vuelve a su cuenco de tristeza
mira tus manos abandonadas por la luz.
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Frío de límites:
A la penumbra auricular no viene nunca el sonido del
amanecer. Muge el silencio en las ocultas bóvedas y se desliza en tus
membranas. Silban los pájaros y tu pasión es sorda.
Tú no estás ya en tus oídos.
* * *
Va a amanecer. Hay noche aún sobre tus llagas.
Ya vienen los cuchillos del día. Note desnudes en la luz, cierra los ojos.
Quédate en tu cama sangrienta.
* * *
Ardes bajo las túnicas carnales.
Ha sido inútil la sutura negra:
no hay agua en ti. todas las fuentes manan en otra edad
y se enloquece la pureza de la copa vacía.
* * *
Entra en tu cuerpo y tu cansancio se llena de pétalos. Laten en
ti bestias felices: música al borde del abismo.
Es la agonía y la serenidad. Aún sientes como un perfume la
existencia.
Este placer sin esperanza, ¿qué significa finalmente en ti?
¿Es que va a cesar también la música?
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AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
.......................
DIVÁN EN NUEVA YORK
Tú en la tristeza de los urinarios, ante las cánulas de bronce
(amor, amor en las iglesias húmedas);
ah, sollozabas en las barberías (en los espejos, los agonizantes
estaban dentro de tus ojos):
así es el llanto.
Y aquellas madres amarillas en el hedor de la misericordia:
así es el llanto.
Ah de la obscenidad, ah del acero.
Vi las aguas coléricas, y sábanas, y, en los museos, junto a la dulzura, vi los imanes de
la muerte.
Te desnudaron en marfil (ancianas, en los prostíbulos profundos) y te midieron en dolor, oscuro:
así es el llanto, así es el llanto.
Ten piedad de tus labios y de mi espíritu en los almacenes;
ten piedad del alcohol en los dormitorios iluminados.
Veo las delaciones, veo indicios: llagas azules en tu lengua,
números negros en tu corazón:
ah de los besos, ah de las penínsulas.
Así es el llanto;
así es el llanto y las serpientes están llorando en Nueva York.
Así es el llanto.
.....................
ESTAR EN TI
Yo no entro en ti para que tú te pierdas
bajo la fuerza de mi amor;
yo no entro en ti para perderme
en tu existencia ni en la mía;
yo te amo y actúo en tu corazón
para vivir con tu naturaleza,
para que tú te extiendas en mi vida.
Ni tú ni yo. Ni tú ni yo.
Ni tus cabellos esparcidos aunque los amo tanto.
Sólo esta oscura compañía. Ahora
siento la libertad. Esparce
tus cabellos. Esparce tus cabellos.
...................
LIBERTAD EN LA CAMA
Todos los días salgo de la cama
y digo adiós a mi compañera.
Vena: cuando me pongo
los pantalones,
me quito
la
libertad.Cuando llega la noche, otra vez
vuelvo a la cama y duermo.
A veces sueño que me llevan con las manos atadas,
pero entonces me despierto y siento la oscuridad,
y, con el mismo valor, el cuerpo de mi mujer y el mío.
.......................
NIEVE
Retrocede, combate
hacia atrás, corazón mío.
Cíñete al amor, queda
activo en cuerpos, en
materiales amantes.
Olvida la nieve, vive
con los tuyos, desciende
a la ternura. Este
es tu país.
¡Oh la sed, oh la sed!
¿Por qué este mismo fuego
me empuja hacia la nieve?
Subir, subir al agua
eterna donde viven
la claridad y el frío.
Un sueño: Cumbre inmóvil.
Nada y luz. Nadie, nadie.
Oh Dios, si sólo un pájaro
me visitase en esta
región de libertad.
Atrás, puros espacios,
belleza inhabitable.
vuelva la sed a su
origen en el fuego.
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TÚ
Caer en un rostro, existir
con su respiración y con su boca...
Cuando tú estabas en peligro;
tú gritaste, mas fue
en la garganta de otro ser humano;
se levantó tu cuerpo
y fue en los brazos de otro ser humano.
Entonces comprendías.
Y tu necesidad y tu dolor
no fueron nunca como antes. Tú
ya no ves signos. Ahora, tú desprecias
todas las dudas. Y tu pensamiento
no es espejo que calla; ya es amor
y destino y conducta y existencia.
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UN ÁNGEL GÓTICO
Inmóvil, claramente
inhumano en la
pura catedral
vive un ángel.
Un ángel no tiene ojos.
Un ángel no tiene sangre.
Él no vive en la vida, él no vive
en la muerte, él está
vivo en la belleza.
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UNFORGIVEN *
Cuando tamaño significa
lo grande
y lo pequeño
Tamaño insistente, impune
de la saciedad
Tamaño de la tierra firme
Tamaño de los asesinos
tamaño de los clientes
tamaño de los alguaciles
El tamaño grita
fanfarronea
o chilla
Tamaño de las Armas de los cazadores de recompensas
Tamaño de los Miembros Viriles de los clientes del burdel
Tamaño del Orden Establecido
Pantano
aquella humana hilaridad
de la putita.*
(Unforgiven, filme dirigido por Clint Eastwood.)
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VERANO 1966
Cuando me extiendo junto al mar,
existe el agua y su palpitación
y un cielo azul cuya profundidad
es demasiado grande para mí.
Sentir el mar, su lentitud viviente,
es la magnificencia y el olvido,
pero sentir la vida de los camaradas
en ser el camarada de uno mismo.
El cielo inmóvil tiene su razón, lo sé,
pero la razón que hay en nosotros
existirá aún cuando este cielo
hay sido borrado por el viento y el frío.
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Notas de vida sobre Gamoneda
Semblanza crítica
Bibliografía.
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Antonio Gamoneda:
«La poesía no cambia el mundo, pero afina e intensifica las conciencias»
Este texto se encuentra también en : Catalan French Italian Portuguese
Hablamos de poesía con Antonio Gamoneda (76 años) en el hotel de San Roque (Andalucía) donde reposa antes de dar una charla literaria. Como buen transmisor de sensaciones, a la hora de hablar, este veterano creador sigue sorprendiendo no sólo por su probada capacidad poética, sino también por una humildad sin adornos.
“A veces tengo la sospecha de que la mejor poesía de Europa está en Portugal”. Son palabras del ganador del Premio Europeo de Literatura 2006 y del premio Cervantes (el galardón literario más importante de la comunidad hispanohablante en el mundo) en el mismo año: el español Antonio Gamoneda. En cuanto a la producción literaria española también tiene su opinión formada: “Creo que España no tiene un lugar muy destacado en el conjunto de la literatura europea y en concreto no tiene un lugar destacado en el conjunto de la poesía europea”.
Un poeta provinciano
Haber recibido semejantes galardones ha revolucionado la tranquila vida de este autor, que se define como un "poeta provinciano". Curtido en la dura Guerra Civil, ahora dice buscar momentos de tranquilidad entre múltiples viajes y reconocimientos. "He logrado encapsularme para trabajar en los trenes, aunque sea con menos serenidad ambiental", reconoce. Uno de estos desplazamientos le ha llevado hace poco a San Roque (Andalucía), antes de pasar por Grecia, Italia y algunos países árabes.
Gamoneda reflexiona antes de contestar, mide su vocabulario a ritmo lento pero con una viva lucidez que le resta crédito a la imagen de un rostro arrugado por décadas de literatura y por los recuerdos de su infancia, cuyo relato en forma de memorias saldrá a la luz en los primeros meses de este año 2008. “Están teóricamente terminadas, pero yo me conozco y sé que en cualquier momento puedo ponerme en situación, no ya de corrección, sino de reescritura. Están también pendientes de un informe que me haga un jurista, porque en las memorias, en las cuales no se ocultan las verdades -incluso las verdades que van contra uno mismo- contra la buena figura del propio memorialista, también están los hechos imputables a terceras personas”, confiesa.
¿Y qué le parece a un poeta de edad avanzada fenómenos como Internet y la globalización? “No he visto nunca una página de Internet. No sé lo que es Internet. Creo que en la provincia un poeta puede encontrar la cuota de soledad que necesita sin desprenderse ni oponerse a la amistad y a la solidaridad en las relaciones humanas en términos generales”. Sin embargo, en su vida predomina la soledad. “Pienso que lo que un poeta necesita es soledad, silencio y papel en blanco”
Testigo de la Guerra Civil española
De la dura época de la Guerra Civil de España, el literato recuerda que veía pasar todos los días las cuerdas de prisioneros por debajo de su casa. “Siempre iban hacia allá y nunca los veía regresar”, evoca, junto a la rememoración de los gritos de mujeres desconsoladas al llevarse a sus maridos a altas horas de la noche.
Estas vivencias, junto a unas condiciones de vida humildes han hecho a Antonio Gamoneda forjarse una visión particular de la existencia que le ha llevado de formar parte de la generación de la poesía social española hasta desbancarse de este movimiento y quedar desmarcado de etiquetas y encasillamientos de estudiosos del arte de la escritura. “La poesía es un arma cargada de futuro, decía el histórico poeta social español Gabriel Celaya. El pobre Gabriel Celaya, excelente persona, por cierto, no se daba cuenta de que estaba diciendo casi lo mismo que decía José Antonio Primo de Rivera, uno de los ideólogos del fascismo español, quien afirmaba que ‘a los pueblos sólo los han cambiado los poetas’. Las dos cosas son mentira. Ojalá pudiera ser así, pero no es así. La poesía no está capacitada para originar cambios sociales ni históricos. No es un instrumento. Ahora bien, lo que sí hace es afinar e intensificar las conciencias. Crea una calidad de pensamiento que tiene que ver con la observación y con la crítica de los hechos, y tiene que ver también con el deseo de que éstos sean simultáneamente hermosos y justos.”
La vida de los olores
De su mundo personal, en sus memorias, tituladas Un armario lleno de sombras destaca una imagen, un olor que devuelve a la vida a un ser desaparecido. Una fragancia procedente de este mismo armario que da nombre a su biografía: “Murió mi madre y el armario permaneció cerrado dos ó tres años. Y un día estaba yo solo en casa, abrí el armario, y lo que había dentro del armario era una gran oscuridad. La misma habitación estaba oscura, el armario no recibía luz, estaba lleno de sombra. Pero en aquel armario yo recibí una de las sensaciones y una de las experiencias más fuertes que se han producido en mi vida. Al abrirlo e introducir mi cabeza, recupere el olor de mi madre viva, que estaba ahí dentro, impregnado. Hacía tres años que se había muerto mi madre y sin embargo percibí el olor que tenía en vida. Es una conmoción muy fuerte. En cierto modo el repaso del contenido de aquel armario me llevó a una voluntad de recuperación de recuerdos”.
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