
Marita Ragozza
El dolor hizo nido en ella desde su primera llegada al mundo. María tiene la edad de la miseria y la acompaña como un aura gris en silencio o a gritos.
Cartones, ollas vacías, yerba de antes de ayer la rodean, olor a rancio y un canto atorado en la garganta.
Hilachas viejas es la ropa que cubre su cuerpo, ropa de otros y para otros talles, dientes manchados, manos ásperas . . .y un alma desnuda y cubierta de preguntas sin respuesta.
Penas, exclusión, indiferencia, chicos con mocos, no logran desgarrarla porque María pone el cuerpo a todo. ¿ Hasta cuándo?
Y. . . no sabe.
Enfrentar las goteras, el barro, la escasez de luz eléctrica o de agua buena, la quema de sueños, su hombre sin trabajo ahogándose en el fondo engañoso de alguna botella, el sexo con rabia y sin alegría . . .
Se duerme con los trigos quemados de la noche y con el cansancio bruto del cuerpo sometido a la desigualdad, quizás soñando que con los juncos de la aurora el ángel de la villa le prenda alas a su espalda, ese ángel de lata que sobrevuela día y noche anunciando incansablemente “a los del otro lado “que ellos no son invisibles.
Pero esta noche, ha comenzado a sentir dolores fuertes en su vientre. Contracciones . ¿Será hambre otra vez?
No, cuando María despierte se enterará que en hebras rojas anoche se le fue un niño. . . sin ilusión, sin lucha, sin padrenuestro, como un deshielo de amor. . .
1 comentario:
Ya tuviste mi voz en otras letras, quedan aqui ahora para felicitarte y mandarte un abrazo enorme. Merci
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