Apuntes desde la melancolía.
María Eugenia Caseiro
Estas palabras preliminares que el amigo licenciado Fernando R. Ortega tituló al leerlas Apuntes desde la melancolía y publicó en la revista Comunicando a finales del año 2005, fueron tendidas a modo de puente, pasando por los que no olvidan, entre los que olvidan y los olvidados. Palabras que a pesar del naufragio de un anhelo en el mar de los tiempos, continúan llevando al hombro el fardo de la impotencia y en la esperanza y aspiraciones para un mundo mejor, siguen flotando en espera del galeón de la justicia, del bergantín del equilibrio, o el trasatlántico de un futuro mejor.
En este 2009, y siempre que la conciliación despliegue ese viento a favor que nos reanuda en el tiempo para que no se hunda la esperanza, deseo compartirlas de nuevo y pulsar sobre aquéllos que no olvidan, un hálito de juicio que se extienda a los que olvidan y a los olvidados.
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Se acerca la Navidad, y con ella una mezcla de emociones, una gama que va desde la alegría hasta la nostalgia; desde la pena, hasta la felicidad; pero la tristeza, el desamparo, la pobreza, están tan sólo un paso de donde elevan su mansión del lujo y la abundancia.
Muchos coinciden en que la Navidad es una época para reflexionar. En ese período, tan cercano al fin de un plazo, de una meta trazada, las personas tienden a hacer una recapitulación de los eventos transcurridos en esos doce meses que componen el año que está por terminar. Finalmente el almanaque, suspendido de su última hoja, como un enfermo que no quiere morir, cede a la caída de los días en el estanque donde se mezclan razón y sentimiento.
La vida, que necesita soldados de alma limpia, con voces como espejos relucientes que canten a la pena o a la gloria, no depende de de antojos o voluntades extrañas, y como un dictado o un sugerido pasa a ser un impuesto, es por ello que los que creemos que en las artes no caben imposiciones, prescindimos muchas veces del auspicio de aquéllas; así empuño el instrumento de mi voz para cantar, en vez de a la dicha y la alegría, a la pena, al desconcierto, al dolor y a la pobreza.
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